Ante la presentación del proyecto de ley de Eutanasia,
por parte del diputado Ope Pasquet, la Dra. Marta Bové nos acerca este
material.
Algunas consideraciones sobre
EUTANASIA. (Diccionario
de Pastoral de Salud y Bioética)
El tema de la eutanasia despierta opiniones
contrapuestas, en las que se cuestionan valores de la persona, como la vida, la
dignidad, la sacralidad y la autonomía personal. Intentaremos hacer un pequeño
aporte a este tema tan vasto y controvertido.
Si la vemos desde el punto de vista ético, hay que tener
en cuenta por un lado, los valores que entran en juego, y por otro, las
acciones de los que intervienen. Entran en juego dos valores que son
fundamentales: el valor vida
y el valor libertad. La
cuestión es hasta qué punto una persona tiene capacidad para disponer de su
cuerpo, y si tiene capacidad para pedir a otra persona que ponga fin a su vida.
El otro valor que está en juego es la libertad, que es la
cualidad del ser humano desde la que se ejerce la responsabilidad. Consiste en
disponer de uno mismo. Eso incluye disponer de la propia vida? El ejercicio de
la libertad humana no puede ser en modo alguno ilimitado. Debe entenderse la
libertad como un instrumento para la perfección y realización del ser humano.
Otra cosa a considerar consiste en decidir si acceder a
dar la muerte a quien lo pide, es un acto de respeto por su libertad. Muchas veces esa petición supone un grito de socorro ante
las situaciones que presenta la
enfermedad terminal. El desarrollo de los cuidados paliativos como una manera
de recuperar el sentido de una medicina más humanizada, ha supuesto una
respuesta asistencial a esta petición más o menos explícita de los pacientes.
Una de sus consecuencias es la dignificación de la muerte. Con esto se quiere
decir que la persona pueda ser protagonista de ese proceso, que pueda estar en
un lugar determinado, rodeado por los suyos,
reconciliado consigo mismo, sin padecimientos inútiles, serenamente,
releyendo la propia vida, y cerrando el círculo de la propia existencia, de manera que su muerte tenga sentido, tenga
el sentido de su vida.
No hay que perder de vista que, en el proceso de la
enfermedad, sobre todo en su fase terminal, se produce una merma de la calidad
de vida. Pero, ¿ésta situación puede ser suficiente para solicitar la
eutanasia? El concepto de calidad de vida pasa necesariamente por la
consideración que cada persona hace con respecto a sí mismo, por lo que cobra
importancia la vida personal, lo que se conoce como vida biográfica, en la que
se integran no únicamente los valores personales, sino un sistema múltiple y
plural de necesidades y deseos.
Defender la calidad de vida significa abogar por la
calidad asistencial, por la calidad
humana en la relación en la que se pueda dar una comunicación empática y donde el sufrimiento humano en
todas sus manifestaciones, pueda paliarse en su máximo grado. Es un ejercicio
de responsabilidad profesional cuyo imperativo ético supone asumir las
necesidades del otro y tratar de paliarlas. Supone una actitud de
acompañamiento con la que ayude a transformar su situación. De ahí la necesidad
de integrar una historia de valores como complemento a la historia clínica.
Todo enfermo debe ser atendido en su derecho de ser
apoyado para asumir de forma responsable, según su realidad y sentido de la
vida, el acontecimiento de su propia muerte. La vida humana, que para el
creyente es Don de Dios, debe ser respetada desde el comienzo, hasta su fin
natural.