SUBSIDIOS DOMINGO DE PASCUA 2020


DOMINGO DE PASCUA

Cristo victorioso

Celebración de la Palabra 
para la Noche
Pascual

Caída la tarde del Sábado Santo, vísperas
del Domingo de Pascua, comienza la
Noche Santa de la Resurrección del Señor,
la más santa de todas las noches. Este
momento de oración está pensado para
aquellos que no participarán de la Vigilia
Pascual a través de los medios de
c o m u n i c a c i ó n . P u e d e u t i l i z a r s e
individualmente o en grupo.
Para esta celebración conviene disponer
un lugar de modo festivo. Se puede
adornar una mesa con un mantel y
alguna flor. Conviene disponer una o más
velas (estarán apagadas al comenzar la
celebración).
En el nombre del Padre, del Hijo, y
del Espíritu Santo. Amén.

LUCERNARIO
Antes de comenzar la celebración debe
disponerse una o más velas en un lugar
destacado. Luego de la señal de la cruz se
enciende la vela o las velas que estén
dispuestas.
Mientras se enciende se puede cantar:

Esta es la luz de Cristo, yo la haré brillar.
Esta es la luz de Cristo, yo la haré brillar.
Esta es la luz de Cristo, yo la haré brillar.
Brillará, brillará, sin cesar.

En lugar del canto se puede rezar:

Luz de Cristo: Demos gracias a Dios.

LECTURAS DE LA PALABRA DE DIOS

En esta Noche Santa escuchemos serenamente la Palabra de Dios; meditemos
cómo, al cumplirse el tiempo, Dios salvó a
su pueblo y finalmente envió a su Hijo
para redimirnos. Oremos para que Dios
lleve a su plenitud la redención obrada
por el misterio pascual.
Las lecturas que escucharemos describen
los momentos más importantes de la
Historia de la Salvación. De esta manera,
al igual que a los discípulos de Emaús, la
Iglesia comenzando por Moisés y
siguiendo por los profetas, interpreta el
Misterio Pascual de Cristo.

Al final de las lecturas puede dejarse un
tiempo de silencio para meditar o para
compartir lo que queda resonando en el
corazón.

LECTURA 1

Lectura del libro del Éxodo
14, 15-15, 1a

Después el Señor dijo a Moisés: «¿Por qué
me invocas con esos gritos? Ordena a los
israelitas que reanuden la marcha. Y tú,
con el bastón en alto, extiende tu mano
sobre el mar y divídelo en dos, para que
puedan cruzarlo a pie. Yo voy a endurecer
el corazón de los egipcios, y ellos entrarán
en el mar detrás de los israelitas. Así me
cubriré de gloria a expensas del Faraón y
de su ejército, de sus carros y de sus
guerreros. Los egipcios sabrán que soy el
Señor, cuando yo me cubra de gloria a
expensas del Faraón, de sus carros y de
sus guerreros.»

El Ángel de Dios, que avanzaba al frente
del campamento de Israel, retrocedió
hasta colocarse detrás de ellos; y la
columna de nube se desplazó también de
adelante hacia atrás, interponiéndose
entre el campamento egipcio y el de
Israel. La nube era tenebrosa para unos,
mientras que para los otros iluminaba la
noche, de manera que en toda la noche no
pudieron acercarse los unos a los otros.

Entonces Moisés extendió su mano sobre
el mar, y el Señor hizo retroceder el mar
con un fuerte viento del este, que sopló
toda la noche y transformó el mar en
tierra seca. Las aguas se abrieron, y los
israelitas entraron a pie en el cauce del
mar, mientras las aguas formaban una
muralla, a derecha e izquierda. Los
egipcios los persiguieron, y toda la
caballería del Faraón, sus carros y sus
guerreros, entraron detrás de ellos en
medio del mar.

Cuando estaba por despuntar el alba, el
Señor observó las tropas egipcias desde la
columna de fuego y de nube, y sembró la
confusión entre ellos. Además, frenó las
ruedas de sus carros de guerra, haciendo
que avanzaran con dificultad.

Los egipcios exclamaron: «Huyamos de
Israel, porque el Señor combate en favor
de ellos contra Egipto.»

El Señor dijo a Moisés: «Extiende tu mano
sobre el mar, para que las aguas se
vuelvan contra los egipcios, sus carros y
sus guerreros.»

Moisés extendió su mano sobre el mar y,
al amanecer, el mar volvió a su cauce. Los
egipcios ya habían emprendido la huida,
pero se encontraron con las aguas, y el
Señor los hundió en el mar. Las aguas
envolvieron totalmente a los carros y a los
guerreros de todo el ejército del Faraón
que habían entrado en medio del mar
para perseguir a los israelitas. Ni uno solo
se salvó. Los israelitas, en cambio, fueron
caminando por el cauce seco del mar,
mientras las aguas formaban una muralla,
a derecha e izquierda.

Aquel día, el Señor salvó a Israel de las
manos de los egipcios. Israel vio los
cadáveres de los egipcios que yacían a la
orilla del mar, y fue testigo de la hazaña
que el Señor realizó contra Egipto. El
pueblo temió al Señor, y creyó en él y en
Moisés, su servidor.

Entonces Moisés y los israelitas entonaron
este canto en honor del Señor:

Ex 15, 1b-6. 17-18
R. Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria.

Cantaré al Señor, que se ha cubierto de
gloria:
Él hundió en el mar los caballos y los
carros.
El Señor es mi fuerza y mi protección, Él
me salvó.
Él es mi Dios y yo lo glorifico,
es el Dios de mi padre y yo proclamo su
grandeza. R.
El Señor es un guerrero,
su nombre es «Señor».
Él arrojó al mar los carros del Faraón y su
ejército,
lo mejor de sus soldados se hundió en el
Mar Rojo. R.
El abismo los cubrió,
cayeron como una piedra en lo profundo
del mar.
Tu mano, Señor, resplandece por su
fuerza,
tu mano, Señor, aniquila al enemigo. R.

Oremos.

D ios nuestro, que con la luz del Nuevo Testamento iluminaste los antiguos
prodigios, de modo que también el Mar
Rojo fuera imagen de la fuente bautismal
y el pueblo liberado de la esclavitud
prefigurara al pueblo cristiano; haz que
todos los hombres, por el don de la fe,
participen del privilegio del pueblo
elegido, y así renazcan a la acción de tu
Espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

LECTURA 2

Lectura de la profecía de Ezequiel
36, 17a. 18-28

La palabra del Señor me llegó en estos
términos.

Hijo de hombre, cuando el pueblo de
Israel habitaba en su propio suelo, lo
contaminó con su conducta y sus
acciones. Entonces derramé mi furor
sobre ellos, por la sangre que habían
derramado sobre el país y por los ídolos
con que lo habían contaminado. Los
dispersé entre las naciones y ellos se
diseminaron por los países. Los juzgué
según su conducta y sus acciones. Y al
llegar a las naciones adonde habían ido,
profanaron mi santo Nombre, haciendo
que se dijera de ellos: «Son el pueblo del
Señor, pero han tenido que salir de su
país.» Entonces yo tuve compasión de mi
santo Nombre, que el pueblo de Israel
profanaba entre las naciones adonde
había ido.

Por eso, di al pueblo de Israel: Así habla
el Señor: Yo no obro por consideración a
ustedes, casa de Israel, sino por el honor
de mi santo Nombre, que ustedes han
profanado entre las naciones adonde han
ido. Yo santificaré mi gran Nombre,
profanado entre las naciones, profanado
por ustedes. Y las naciones sabrán que yo
soy el Señor -oráculo del Señor- cuando
manifieste mi santidad a la vista de ellas,
por medio de ustedes.

Yo los tomaré de entre las naciones, los
reuniré de entre todos los países y los
llevaré a su propio suelo. Los rociaré con
a g u a p u r a , y u s t e d e s q u e d a r á n
purificados. Los purificaré de todas sus
impurezas y de todos sus ídolos.

Les daré un corazón nuevo y pondré en
ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré
de su cuerpo el corazón de piedra y les
daré un corazón de carne.

Infundiré mi espíritu en ustedes y haré
que sigan mis preceptos, y que observen y
practiquen mis leyes. Ustedes habitarán
en la tierra que yo he dado a sus padres.
Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su
Dios.

Palabra de Dios.

Sal 41, 3. 5bcd; 42, 3. 4

R. Mi alma tiene sed de Dios.

Mi alma tiene sed de Dios,
del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar
el rostro de Dios? R.

¡Cómo iba en medio de la multitud
y la guiaba hacia la Casa de Dios,
entre cantos de alegría y alabanza,
en el júbilo de la fiesta! R.

Envíame tu luz y tu verdad:
que ellas me encaminen
y me guíen a tu santa Montaña,
hasta el lugar donde habitas. R.

Y llegaré al altar de Dios,
el Dios que es la alegría de mi vida;
y te daré gracias con la cítara,
Señor, Dios mío. R.

Oremos.

D ios de poder inmutable, cuyo resplandor no conoce el ocaso, mira
con bondad a tu Iglesia, signo de tu
presencia entre nosotros; prosigue
serenamente la obra de la salvación
humana según tu proyecto eterno; y haz
que todos los hombres experimenten y
vean cómo lo abatido por el pecado se
restablece, lo viejo se renueva y la
creación se restaura plenamente por
Cristo, de quien todo procede. Que vive y
reina por los siglos de los siglos.

LECTURA 3

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma
6, 3-11

Hermanos:
¿No saben ustedes que todos los que
fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos
hemos sumergido en su muerte? Por el
bautismo fuimos sepultados con él en la
muerte, para que así como Cristo resucitó
por la gloria del Padre, también nosotros
llevemos una Vida nueva.

Porque si nos hemos identificado con
Cristo por una muerte semejante a la
suya, también nos identificaremos con él
en la resurrección. Comprendámoslo:
nuestro hombre viejo ha sido crucificado
con él, para que fuera destruido este
cuerpo de pecado, y así dejáramos de ser
esclavos del pecado. Porque el que está
muerto, no debe nada al pecado.

Pero si hemos muerto con Cristo, creemos
que también viviremos con él. Sabemos
que Cristo, después de resucitar, no
muere más, porque la muerte ya no tiene
poder sobre él. Al morir, él murió al
pecado, una vez por todas; y ahora que
vive, vive para Dios. Así también ustedes,
considérense muertos al pecado y vivos
para Dios en Cristo Jesús.

Palabra de Dios.

Sal 117, 1-2. 16-17. 22-23

R. Aleluia, aleluia, aleluia.

¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
Que lo diga el pueblo de Israel:
¡es eterno su amor! R.

La mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas.
No, no moriré:
viviré para publicar lo que hizo el Señor.
R.

L a p i e d r a q u e d e s e c h a r o n l o s
constructores
es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos. R.

LECTURA 4

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo

28, 1-10

Pasado el sábado, al amanecer del primer
día de la semana, María Magdalena y la
otra María fueron a visitar el sepulcro. De
pronto, se produjo un gran temblor de
tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo,
hizo rodar la piedra del sepulcro y se
sentó sobre ella. Su aspecto era como el de
un relámpago y sus vestiduras eran
blancas como la nieve. Al verlo, los
guardias temblaron de espanto y
quedaron como muertos.

El Ángel dijo a las mujeres: «No teman,
yo sé que ustedes buscan a Jesús, el
Crucificado.

No está aquí, porque ha resucitado como
lo había dicho. Vengan a ver el lugar
donde estaba, y vayan en seguida a decir
a sus discípulos: "Ha resucitado de entre
los muertos, e irá antes que ustedes a
Galilea: allí lo verán". Esto es lo que tenía
que decirles.»
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de
alegría, se alejaron rápidamente del
sepulcro y fueron a dar la noticia a los
discípulos.

De pronto, Jesús salió a su encuentro y las
saludó, diciendo: «Alégrense.» Ellas se
acercaron y, abrazándole los pies, se
postraron delante de él. Y Jesús les dijo:
«No teman; avisen a mis hermanos que
vayan a Galilea, y allí me verán.»

Palabra del Señor.

PETICIONES

De manera espontánea se presentan
peticiones al Señor.

A cada petición se puede rezar: Cristo
Resucitado, escúchanos.

PADRE NUESTRO

Terminadas las peticiones se reza la
oración del Padre nuestro.

SOLEMNE SALUDO A NUESTRA
SEÑORA

En esta noche, la más santa de todas, en la
que permaneciendo en vela hemos
celebrado la Pascua del Señor, es justo
alegrarse con la Madre de Jesús por la
Resurrección de su Hijo.

Reina del cielo, alégrate, aleluia,
porque Cristo, a quien llevaste en tu
seno, aleluia,
resucitó, como dijo, aleluia.
Ruega a Dios por nosotros, aleluia.

Oremos.

Señor, que has alegrado al mundo por la resurrección de tu Hijo, nuestro
Señor Jesucristo, concédenos que por la
intercesión de su Madre, la Virgen
María, alcancemos los gozos de la Vida
eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Terminan todos haciéndose la señal de la
cruz:

Que el Señor nos bendiga, nos guarde
de todo mal
y nos lleve a la vida eterna. Amén.

Oración de la mañana
(laudes)

INVOCACIÓN INICIAL

Dios mío, ven en mi auxilio.
Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al
Padre…

HIMNO

En lugar de este himno puede entonarse
un canto adecuado.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa. Amén.

SALMODIA

Al comienzo y al final de cada salmo
todos rezan juntos la antífona.
Introducción al salmo:

Nuestra alma está sedienta de Dios, de
felicidad, de vida, de alegría. Pidamos al
Señor que al celebrar hoy su Pascua, a lo
largo de todo el día, con nuestras palabras
y obras glorifiquemos al Señor.

Antífona 1: Cristo ha resucitado y con su
claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya.
Salmo 62, 2-9

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti
madrugo, mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre…

Antífona 1: Cristo ha resucitado y con su
claridad ilumina al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya.

Introducción al salmo:

La resurrección, que hoy celebramos, nos
regala la esperanza para no sucumbir en
l a t r i s t e z a y n o s a y u d a a v i v i r
tranquilamente, alabando a Dios.

Antífona 2: Ha resucitado del sepulcro
nuestro Redentor; cantemos un himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya.

Dn 3, 57-88. 56

Creaturas todas del Señor, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Angeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y, cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al
Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al
Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid
al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al
Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los
siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Antífona 2: Ha resucitado del sepulcro
nuestro Redentor; cantemos un himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya.

Introducción al salmo:

Este salmo nos invita a cantar al Señor
que ama a su pueblo. Que el júbilo y la
alabanza sean el trasfondo de nuestra
jornada y de la oración de este día.

Antífona 3: Aleluya. Ha resucitado el
Señor, tal como os lo había anunciado.
Aleluya.

Salmo 149
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los
fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre…

Antífona 3: Aleluya. Ha resucitado el
Señor, tal como os lo había anunciado.
Aleluya.

LECTURA BREVE Hch 10, 40-43

Dios resucitó a Jesús al tercer día e hizo
que se apareciese no a todo el pueblo,
sino a nosotros, que somos los testigos
elegidos de antemano por Dios. Nosotros
hemos comido y bebido con él, después
que Dios lo resucitó de entre los muertos.
Y él nos mandó predicar al pueblo y
atestiguar que ha sido constituido por
Dios juez de vivos y muertos. De él
hablan todos los profetas y aseguran que
cuantos tengan fe en él recibirán por su
nombre el perdón de sus pecados.

Todos responden:

Éste es el día en que actuó el Señor: sea él
nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona: Muy de madrugada, el primer
día de la semana, llegaron al sepulcro,
apenas salido el sol. Aleluya.

Cántico de Zacarías        Lc 1, 68-79

EL MESÍAS Y SU PRECURSOR

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su
pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros
enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo
con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre
Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del
Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro
Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre…

Antífona: Muy de madrugada, el primer
día de la semana, llegaron al sepulcro,
apenas salido el sol. Aleluya.

PRECES

Oremos a Cristo, autor de la vida, a quien
Dios resucitó de entre los muertos, quien
por su poder nos resucitará también a
nosotros, y digámosle: R. Cristo, vida
nuestra, sálvanos.

Cristo, luz esplendorosa que brillas
en las tinieblas, rey de la vida y
salvador de los que han muerto,
concédenos vivir hoy en tu
alabanza. R.
Señor Jesús, que anduviste los
caminos de la pasión y de la cruz,
concédenos que, unidos a ti en el
dolor y en la muerte, resucitemos
también contigo. R.
Hijo del Padre, maestro y hermano
nuestro, tú que has hecho de
nosotros un pueblo de reyes y
sacerdotes, enséñanos a ofrecer con
alegría nuestro sacrificio de
alabanza. R.
Rey de la gloria, esperamos
a n h e l a n t e s e l d í a d e t u
manifestación gloriosa, para poder
contemplar tu rostro y ser
semejantes a ti. R.

Se pueden añadir algunas intenciones
libres.

Dirijámonos ahora al Padre con las
palabras que el Espíritu del Señor
resucitado pone en nuestra boca: Padre
nuestro…

ORACIÓN Y CONCLUSIÓN

Dios nuestro, que en este día nos abriste las puertas de la vida por
medio de tu Hijo, vencedor de la muerte,
concédenos a todos los que celebramos su
gloriosa resurrección que, por la nueva
vida que tu Espíritu nos comunica,
lleguemos también nosotros a resucitar a
la luz de la vida eterna. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.

Terminan todos haciéndose la señal de la
cruz:

Que el Señor nos bendiga, nos guarde
de todo mal
y nos lleve a la vida eterna. Amén.

Bendición de la mesa 
para el Domingo de
Pascua

En el nombre del Padre, del Hijo, y
del Espíritu Santo. Amén.

A cada oración repetimos: R. En verdad
ha resucitado el Señor, aleluya.

María Magdalena vio la losa quitada del
sepulcro.
R. En verdad ha resucitado el Señor,
aleluya.

El ángel dijo a las mujeres: “No está aquí.
Ha resucitado de entre los muertos y va
por delante de ustedes a Galilea. Allí lo
veréis”.
R. En verdad ha resucitado el Señor,
aleluya.

Ellas se marcharon a toda prisa del
sepulcro; impresionadas y con una gran
alegría corrieron a anunciarlo a los
discípulos.
R. En verdad ha resucitado el Señor,
aleluya.

Padre, concede a los que celebramos la
resurrección de Jesucristo que, renovados
por tu Espíritu, vivamos siempre llenos
de alegría.
R. En verdad ha resucitado el Señor,
aleluya.

Jesús Resucitado, que cumpliste la voluntad del Padre hasta el fin y te
sometiste incluso a la muerte, bendice a
los que nos hemos reunido fraternalmente alrededor de la mesa en este día de
Pascua, protege a los que están sufriendo
y da pan a los hambrientos. Que vives y
reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Oración de Pascua 
a la Santísima Virgen María

Conviene preparar una imagen de la
Virgen María decorada con velas y flores.

En el nombre del Padre, del Hijo, y
del Espíritu Santo. Amén.

INTRODUCCIÓN

El Regina caeli (Reina del cielo) es una
antigua antífona que durante el Tiempo
pascual sustituye el rezo del Ángelus.
E s t a a n t í f o n a , q u e s e r e m o n t a
probablemente al siglo X-XI, asocia de
una manera feliz el misterio de la
encarnación del Verbo (el Señor, a quien
h a s m e r e c i d o l l e v a r ) c o n e l
acontecimiento pascual (resucitó, según
su palabra), mientras que la "invitación a
la alegría" (Alégrate) que la comunidad
eclesial dirige a la Madre por la
resurrección del Hijo, remite y depende
de la "invitación a la alegría" ("Alégrate,
llena de gracia": Lc 1,28) que Gabriel
dirigió a la humilde Sierva del Señor,
llamada a ser la madre del Mesías
salvador. El gozo pascual se ve
manifestado por la reiteración jubilosa del
«aleluia» que está presente en toda la
antífona y se prolonga en la petición que
realiza la oración conclusiva de que
podamos obtener la alegría de la vida
eterna.

INVITACIÓN A LA ORACIÓN

Con la alegría propia de este día y
sabiendo que Cristo, nuestro Señor, ha
resucitado hagamos nuestra oración y
dirijámonos a María, la Madre del
Resucitado.

ORACIÓN

Reina del cielo, alégrate, aleluia,
porque Cristo, a quien llevaste en tu
seno, aleluia,
resucitó, como dijo, aleluia.
Ruega a Dios por nosotros, aleluia.

Oremos.

Señor, que has alegrado al mundo por la resurrección de tu Hijo, nuestro
Señor Jesucristo, concédenos que por la
intercesión de su Madre, la Virgen
María, alcancemos los gozos de la Vida
eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

APÉNDICE

Oración de la comunión espiritual

Al participar de las celebraciones
transmitidas en los distintos medios de
comunicación, puede ayudarnos a vivir la
comunión espiritual, la siguiente oración:

Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre
verdadero,
sé que estás realmente presente
en el Santo Sacramento de la Eucaristía.
Te amo sobre todas las cosas y
experimento tu presencia en mi vida.
Ahora no me es posible recibirte en
Cuerpo y Sangre,
pero alimentado por el Pan de la
Palabra,
creo firmemente que estás en mi
corazón,
por eso te abrazo y me uno por entero a
Ti.
Permanece en mí y ayúdame para que
nunca me separe de Ti.
Amén.

Materiales utilizados en la elaboración
de este subsidio:

o Farnés Scherer, Pedro. Moniciones y
oraciones sálmicas. Barcelona, 1993.
o Bendicional. Conferencia Episcopal
Argentina. Bs. As. 2018.
o Biblia: El libro del Pueblo de Dios.
1995.
o Congregación para el Culto Divino
y la Disciplina de los Sacramentos.
Carta Circulas sobre la preparación y
celebración de las fiestas pascuales. 16
de enero de 1988.
o Celebración de la Semana Santa.
D p t o . d e L i t u r g i a C E U .
Montevideo, 2011.
o Liturgia de las Horas. Tomo II.
o M i s a l R o m a n o . C o n f e re n c i a
Episcopal Argentina. Bs. As. 2009.
o Russo, Roberto. Año Mariano
Arquidiocesano. Montevideo, 2004.
o Russo, Roberto. Celebraciones Año
E u c a r í s t i c o A r q u i d i o c e s a n o .
Montevideo, 2005.
o Singer, Charles. Vía Crucis. Pdf.
2020.