De risa como el viento pasaron los años.  Los días y las noches de la infancia. Carpintero, obrero, y patrón, da trabajo y amor. Padre y amigo su silbido fue siempre una oración.  Amaba su oficio y lo conocía a fondo. Se sentía feliz, satisfaciendo a sus clientes,  trabajando  la maderas finas, para construir muebles de calidad.


“En calle Colón, estaba el galpón, donde pasaba mis horas observando a mi padre trabajar.

Su silbido fue penetrando en mi corazón.

El perfume del cedro, pino, ébano, roble entre otros moldearon en mi interior una vocación por construir”.

“Claro, fui alumno de la Escuela Nª 45 José Pedro Varela” – decía – Carlos Diana- , dejando escapar un sonrisa, que apuraba recuerdos de la infancia.

“Dibujaba muy bien, y me los ponderaban, además  manejaba de buena manera los colores.

Construía silbando. Quería hacer lo mismo.

Lo más parecido a lo que hacia mi padre fue estudiar de Arquitecto”.

¿Cómo surge el  vínculo de tu profesión con la iglesia?

“El vínculo con la iglesia surge con  el Padre Palermo. Era una persona muy afectuosa y muy activo. Un día me presentó el desafío de armar una capilla en Kiyú. Llevó mucho tiempo para lograr la financiación.

Una cosa importante que hacia el padre Palermo, era formar un grupo de vecinos, que estuvieran muy cerca de la obra para cuidarla y mantenerla.

Se construyó con los elementos de la zona, palos, ladrillos y paja. Quedó algo muy bonito y me conformó mucho. Ese fue, mi punto de partida.

Haciendo memoria son varias las obras”.

-         Según me informaron son ocho construcciones.

“Cañada Grande, Paso de Came, Pueblo Nuevo,  Villa María, la del Parque,- esta es una de mi preferida- pues quise construir un mensaje”

-         ¿Cuéntame de qué manera logras ese mensaje en la capilla del Parque bajo la advocación de la Virgen de Guadalupe?

“Si tú la observas en la limitación frontal del terreno tiene un murete, antes no tenia portón y las  línea va haciendo con una inclinación siempre igual, para un lado y para otro. Siempre la misma pendiente.

Esa pendiente va produciendo un perímetro quebrado que va rodeando y conformando los espacios interiores. Se va cerrando, subiendo siempre con la misma pendiente y se  llega hasta la cumbre, donde está la cruz”. 

-         ¿La ascensión?

“¡¡¡Ese es el mensaje!!!….no sé si la gente lo interpreta. Lo  puede descubrir si tú te paras enfrente.

Es mi preferida”.

-         ¿Cuándo estás proyectando una obra lo haces como   hombre de Fé?

“Me gusta poner en la realidad lo que uno tiene en la cabeza. Para mí la arquitectura es una tarea creativa y no de construcción Se subliman muchas cosas. Por eso he disfrutado de mí profesión.

-         Qué opinión te merece nuestra catedral?

“Es notable. Los espacios interiores están tan bien proporcionados, sus columnas son muy esbeltas. Tan esbeltas y altas  manteniendo esa relación con el diámetro, las hace únicas. El mármol con su resistencia, permitió ese detalle.

La obra fue confiada al maestro constructor catalán D. Antonio Fontgivell. El catalán era brillante. Lo que logró no tiene comparación”.

-         ¿El Arquitecto y la Fe, cómo conviven?

Sí , claro, conviven, pero en el medio, hay dos bellas personas, el padre Mario Hernández y el padre Palermo. Seres muy especiales y eso pesa,  pesa mucho”

-         ¿Ahora al estar jubilado te surge  la inquietud de proyectar?

“No. Ahora disfruto de los vínculos que son riquísimos y espero el otoño”.

El otoño nos regala un festival de cielos rojizos, reflejo de los tonos cálidos que cubren primero las hojas de los árboles y luego el suelo, para convertirse en fértil humus. se escapa un el silbido, es viento organizado en sonidos.  Es algo que brota del alma.-

Gracias Carlos.  

¡Vivamos el Reino de Dios, con  tu manera de construir! “El arquitecto es el hombre (o mujer) el que es capaz de ver las cosas en conjunto antes de que estén hechas.” Antoni Gaudí




Mtro. Tomás Puerto