El Triduo Pascual
JUEVES SANTO
Entrando en el Triduo pascual,
reviviremos la Misa que se llama in Coena Domini, es
decir la Misa donde se conmemora la Última cena, lo que sucedió allí, en ese
momento. ES LA TARDE EN LA QUE CRISTO DEJÓ
A SUS DISCÍPULOS EL TESTAMENTO DE SU AMOR EN LA EUCARISTÍA, pero no como
recuerdo, sino como memorial, COMO SU PRESENCIA PERENNE. Cada vez que se
celebra la Eucaristía, se renueva este misterio de la redención.
En este Sacramento, Jesús sustituyó la víctima del sacrificio —el
cordero pascual— consigo mismo: SU CUERPO Y SU SANGRE NOS DONAN LA SALVACIÓN DE
LA ESCLAVITUD DEL PECADO Y DE LA MUERTE. LA SALVACIÓN DE TODA ESCLAVITUD.
Es la tarde en la que ÉL NOS PIDE QUE NOS AMEMOS HACIÉNDONOS SIERVOS LOS
UNOS DE LOS OTROS, como hizo Él lavando los pies a los discípulos. Un gesto que
anticipa la cruenta oblación en la cruz. Y de hecho EL MAESTRO Y SEÑOR MORIRÁ EL
DÍA DESPUÉS PARA LIMPIAR NO LOS PIES, SINO LOS CORAZONES Y TODA LA VIDA DE SUS
DISCÍPULOS.
VIERNES SANTO
DÍA DE PENITENCIA, DE AYUNO Y DE ORACIÓN. A través de los textos de la
Sagrada Escritura y las oraciones litúrgicas, estaremos reunidos espiritualmente en el Calvario, para CONMEMORAR LA PASIÓN Y LA
MUERTE REDENTORA DE JESUCRISTO.
Adorando la Cruz, reviviremos el camino del Cordero inocente inmolado
por nuestra salvación. Llevaremos en la mente y en el corazón los sufrimientos
de los enfermos, de los pobres, de los descartados de este mundo; recordaremos
a los “corderos inmolados” víctimas inocentes de las guerras, de las
dictaduras, de las violencias cotidianas, de los abortos… DELANTE DE LA IMAGEN
DE DIOS CRUCIFICADO LLEVAREMOS, EN LA ORACIÓN, LOS MUCHOS, DEMASIADOS
CRUCIFICADOS DE HOY, QUE SOLO DESDE ÉL, PUEDEN RECIBIR EL CONSUELO Y EL SENTIDO
DE SU SUFRIMIENTO.
Desde que Jesús tomó sobre sí las llagas de la humanidad y la misma
muerte, EL AMOR DE DIOS HA REGADO NUESTROS DESIERTOS, HA ILUMINADO NUESTRAS
TINIEBLAS. Porque el mundo está en las tinieblas. Hagamos una lista de todas
las guerras que se están combatiendo en este momento; de todos los niños que
mueren de hambre; de los niños que no tienen educación; de pueblos enteros
destruidos por las guerras, el terrorismo. De tanta, tanta gente que para
sentirse un poco mejor necesita de la droga, de la industria de la droga que
mata… ¡Es una calamidad, es un desierto!
Ahora, en la hora del supremo Sacrificio en la cruz, lleva a
cumplimiento la obra encomendada por el Padre: ENTRA EN EL ABISMO DEL
SUFRIMIENTO, ENTRA EN ESTAS CALAMIDADES DE ESTE MUNDO, PARA REDIMIR Y
TRANSFORMAR. Y también para liberarnos a cada
uno de nosotros del poder de las tinieblas, de la soberbia, de la resistencia a
ser amados por Dios. Y esto, solo el amor de Dios puede hacerlo. Por sus llagas
hemos sido sanados (cf. 1 P 2,24), dice el apóstol Pedro, de
su muerte hemos sido regenerados, todos nosotros. Y GRACIAS A ÉL, ABANDONADO EN
LA CRUZ, NUNCA NADIE ESTÁ SOLO EN LA OSCURIDAD DE LA MUERTE. Nunca, Él está
siempre al lado: solo hay que abrir el corazón y dejarse mirar por Él.
SÁBADO SANTO
Día del silencio: MIENTRAS
EL VERBO CALLA, MIENTRAS LA VIDA ESTÁ EN EL SEPULCRO, AQUELLOS QUE HABÍAN
ESPERADO EN ÉL SON SOMETIDOS A DURA PRUEBA, se sienten huérfanos, quizá también
huérfanos de Dios.
Este sábado es también el día de María: también ella lo vive en el
llanto, pero su corazón está lleno de fe, lleno de esperanza, lleno de amor. La
Madre de Jesús había seguido al Hijo a lo largo de la vía dolorosa y se había
quedado a los pies de la cruz, con el alma traspasada. Pero cuando todo parece
haber terminado, ella vela, vela a la espera manteniendo la esperanza en la
promesa de Dios que resucita a los muertos.
Así, EN LA HORA MÁS OSCURA DEL MUNDO, MARÍA SE HA CONVERTIDO EN MADRE DE
LOS CREYENTES, MADRE DE LA IGLESIA Y SIGNO DE LA ESPERANZA. Su testimonio y su
intercesión nos sostienen cuando el peso de la cruz se vuelve demasiado pesado
para cada uno de nosotros.
SÁBADO SANTO
En las tinieblas del Sábado Santo
irrumpirán la alegría y la luz con los ritos de la Vigilia pascual, tarde por
la noche, y el canto festivo del Aleluya.. ¡Aquel
que había sido crucificado ha resucitado! Todas las preguntas y las
incertidumbres, las vacilaciones y los miedos son disipados por esta
revelación. EL RESUCITADO NOS DA LA CERTEZA DE QUE EL BIEN TRIUNFA SIEMPRE
SOBRE EL MAL, QUE LA VIDA VENCE SIEMPRE A LA MUERTE Y NUESTRO FINAL NO ES BAJAR
CADA VEZ MÁS ABAJO, DE TRISTEZA EN TRISTEZA, SINO SUBIR A LO ALTO.
El Resucitado es la confirmación de que
Jesús tiene razón en todo: en el prometernos la vida más allá de la muerte y el
perdón más allá de los pecados. Los discípulos dudaban, no creían. La primera
en creer y ver fue María Magdalena, fue la apóstola de la resurrección que fue
a contar que había visto a Jesús, que la había llamado por su nombre. Y
después, todos los discípulos le han visto.
Quisiera detenerme sobre esto: los guardias, los soldados, que estaban
en el sepulcro para no dejar que vinieran los discípulos y llevarse el cuerpo, LE
HAN VISTO: LE HAN VISTO VIVO Y RESUCITADO. LOS ENEMIGOS LE HAN VISTO, Y DESPUÉS
HAN FINGIDO QUE NO LE HABÍAN VISTO. ¿POR QUÉ? PORQUE FUERON PAGADOS. Aquí está
el verdadero misterio de lo que Jesús dijo una vez: “hay dos señores en el
mundo, dos, no más: dos. Dios y el dinero. Quien sirve al dinero está contra
Dios”. Y aquí está el dinero que hizo cambiar la realidad. Habían visto la
maravilla de la resurrección, pero fueron pagados para callar. Pensemos en las
muchas veces que hombres y mujeres cristianos han sido pagados para no reconocer en la práctica la resurrección de Cristo, y
no han hecho lo que el Cristo nos ha pedido que hagamos, como cristianos.
Queridos hermanos y hermanas, también
este año viviremos las celebraciones pascuales en el contexto de la pandemia. En muchas situaciones de sufrimiento,
especialmente cuando quienes las sufren son personas, familias y poblaciones ya
probadas por la pobreza, calamidades o conflictos, LA CRUZ DE CRISTO ES COMO UN
FARO QUE INDICA EL PUERTO A LAS NAVES TODAVÍA EN EL MAR TEMPESTUOSO.
La Cruz de Cristo es el signo de la esperanza que no decepciona; y nos
dice que NI SIQUIERA UNA LÁGRIMA, NI SIQUIERA UN LAMENTO SE PIERDEN EN EL
DISEÑO DE SALVACIÓN DE DIOS. Pidamos al Señor que nos dé la gracia de servirle
y de reconocerle y de no dejarnos pagar para olvidarle.