Momento de oración para la noche del
JUEVES SANTO
Esta celebración está
pensada para la tarde-noche del Jueves Santo, especialmente para aquellos que
no participarán a través de los medios de comunicación de las transmisiones de
las misas de la Cena del Señor.
De igual modo puede ser utilizada aunque se
haya participado en la celebración de la Eucaristía.
Puede ser, también, una
celebración para cerrar el día e irse a dormir en un silencio contemplativo.
Se
sugiere disponer en una mesa, a modo de pequeño “altar” familiar, adornada con
un mantel y alguna vela, recipientes con pan y vino, que nos recuerdan la
institución de la eucaristía en la Última Cena.
Si se realiza el gesto del
lavatorio de los pies habrá que disponer una jarra con agua, una palangana y
toalla.
Otra posibilidad es realizar antes o después, independientemente de
esta celebración, una velada musical. A través de medios tecnológicos tenemos
acceso a listas musicales como en YouTube o Spotify. Se puede elegir algunas
canciones que nos ayuden a adorar al Señor, como alternativa a la tradicional
Hora Santa que se vive en nuestras iglesias luego de la Misa de la Cena del
Señor. Puede hacerse también en torno al pequeño “altar” familiar que se
prepare para vivir esta noche.
+ En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
INTRODUCCIÓN
Esta
noche hacemos memoria de aquella Última Cena, en la cual el Señor Jesús, antes
de ser entregado, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó
hasta el extremo. Ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies
del pan y del vino y los entregó a los Apóstoles. Ahora, en actitud agradecida,
comenzamos nuestra oración. Que esta plegaria nos ayude a comprender más plenamente
el don que el Señor nos ha hecho.
Se canta o recita:
Bendigamos al Señor, que
nos une en caridad y nos nutre con su amor, en el pan de la unidad. ¡Oh, Padre
nuestro!
Conservemos la unidad, que el maestro nos mandó donde hay guerra que
haya paz, donde hay odio que haya amor. ¡Oh, Padre nuestro!
El Señor nos
ordenó, devolver el bien por mal ser testigos de su amor, perdonando de verdad.
¡Oh, Padre nuestro!
Al que vive en el dolor, y al
que sufre en soledad entreguemos nuestro amor, y consuelo fraternal. ¡Oh, Padre
nuestro!
INTRODUCCIÓN A LA LECTURA
Estamos viviendo una Semana Santa distinta
debido a esta pandemia. Hoy agradecemos a Dios el don de su Cuerpo y su Sangre,
pero al no poder alimentarnos de él, nos alimentamos del Pan de la Palabra, que
nutre y alimenta nuestras vidas. Recibamos su palabra con corazón abierto.
LECTURA
Del Evangelio según san Mateo.
Mt 26, 26-30
Mientras comían, Jesús tomó
el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
«Tomen y coman, esto es mi Cuerpo.» Después tomó una copa, dio gracias y se la
entregó, diciendo: «Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre, la Sangre de
la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados. Les
aseguro que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta el día en
que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre.» Después del canto
de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos.
Palabra de Dios.
PLEGARIA
En este momento de oración elevemos nuestras súplicas a Dios Padre de
Jesucristo y Padre nuestro. Respondamos:
R. A ti gloria y alabanza por los
siglos.
- Creemos, Señor, lo que tú no has dicho: «Yo soy el pan de vida». R.
- Creemos, Señor, que tú eres el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. R.
- Creemos, Señor, que eres el pan vivo bajado del cielo. R.
- Creemos, Señor, que el que coma de este pan, vivirá para siempre. R.
- Creemos, Señor, que el pan que tú nos das, es tu carne para la vida del mundo. R.
Se pueden añadir
otras intenciones espontáneas.
ORACIÓN
Señor Jesús, tú eres el salvador de los
humildes y la felicidad de quienes en ti confían, el alimento de los
hambrientos y la vida de tus fieles: dígnate escuchar la alabanza agradecida de
tu Iglesia, haz resplandecer en su rostro el gozo de tu presencia y haz que
gustemos en este mundo tu bondad, de la que seremos saciados el día de la
felicidad eterna. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
INTRODUCCIÓN A LA LECTURA
En esta noche Jesús nos
ayuda a entender que su muerte en la cruz es amor vivido hasta las últimas
consecuencias. Este regalo, como nos lo demuestra en el lavatorio de los pies,
nos purifica pero también nos une y nos invita a vivir con radicalidad el amor
al prójimo y el servicio fraterno.
LECTURA
Del Evangelio según san Juan.
13,
1-15
Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de
pasar de este mundo al Padre, Él, que había amado a los suyos que quedaban en
el mundo, los amó hasta el fin.
Durante la Cena, cuando el demonio ya había
inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo,
sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que Él había
venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y
tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y
empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía
en la cintura.
Cuando se acercó a Simón Pedro, éste le dijo: «¿Tú, Señor, me
vas a lavar los pies a mí?» Jesús le respondió: «No puedes comprender ahora lo
que estoy haciendo, pero después lo comprenderás.»
«No, le dijo Pedro, ¡Tú
jamás me lavarás los pies a mí!»
Jesús le respondió: «Si Yo no te lavo, no
podrás compartir mi suerte.»
«Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo
los pies, sino también las manos y la cabeza!»
Jesús le dijo: «El que se ha
bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio.
Ustedes también están limpios, aunque no todos.» Él sabía quién lo iba a
entregar, y por eso había dicho: «No todos ustedes están limpios.»
Después de
haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo:
«¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor,
y tienen razón, porque lo soy. Si Yo, que soy el Señor y el Maestro, les he
lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he
dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que Yo hice con ustedes.»
Palabra del
Señor.
GESTO DE AMOR FRATERNO
Jesús lavó los pies a sus discípulos, un gesto de
humildad, de entrega, de amor, de fraternidad. Queremos amar como Él, servir
como Él, descubrirlo presente entre nosotros. Por eso podemos en este momentos
hacer una oración por aquellos que están pasando necesidad o por aquellos de
quienes nos hemos alejado. Esta noche puede ser bueno pensar un gesto de
caridad para ayudar a los hermanos más necesitados.
Esto será distinto de acuerdo a las realidades que cada uno vive.
ORACIÓN FINAL
Hemos recordado en esta noche el gran regalo de Jesús, la Eucaristía. También
en esta noche nos ha dejado el don del ministerio sacerdotal. Recemos de manera
especial por nuestros sacerdotes. Culminemos con la oración que el mismo Cristo
nos ha enseñado: Padre nuestro...
Terminan todos haciéndose la señal de la
cruz:
+ En el nombre del Padre,
del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Puede utilizarse un canto para finalizar
el momento de oración