SUBSIDIOS JUEVES SANTO 2020


Momento de oración para la noche del 
JUEVES SANTO
Esta celebración está pensada para la tarde-noche del Jueves Santo, especialmente para aquellos que no participarán a través de los medios de comunicación de las transmisiones de las misas de la Cena del Señor.

De igual modo puede ser utilizada aunque se haya participado en la celebración de la Eucaristía. 

Puede ser, también, una celebración para cerrar el día e irse a dormir en un silencio contemplativo. 

Se sugiere disponer en una mesa, a modo de pequeño “altar” familiar, adornada con un mantel y alguna vela, recipientes con pan y vino, que nos recuerdan la institución de la eucaristía en la Última Cena. 

Si se realiza el gesto del lavatorio de los pies habrá que disponer una jarra con agua, una palangana y toalla. 

Otra posibilidad es realizar antes o después, independientemente de esta celebración, una velada musical. A través de medios tecnológicos tenemos acceso a listas musicales como en YouTube o Spotify. Se puede elegir algunas canciones que nos ayuden a adorar al Señor, como alternativa a la tradicional Hora Santa que se vive en nuestras iglesias luego de la Misa de la Cena del Señor. Puede hacerse también en torno al pequeño “altar” familiar que se prepare para vivir esta noche. 

+   En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. 

INTRODUCCIÓN 

Esta noche hacemos memoria de aquella Última Cena, en la cual el Señor Jesús, antes de ser entregado, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo. Ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y del vino y los entregó a los Apóstoles. Ahora, en actitud agradecida, comenzamos nuestra oración. Que esta plegaria nos ayude a comprender más plenamente el don que el Señor nos ha hecho. 

Se canta o recita: 

Bendigamos al Señor, que nos une en caridad y nos nutre con su amor, en el pan de la unidad. ¡Oh, Padre nuestro! 

Conservemos la unidad, que el maestro nos mandó donde hay guerra que haya paz, donde hay odio que haya amor. ¡Oh, Padre nuestro! 

El Señor nos ordenó, devolver el bien por mal ser testigos de su amor, perdonando de verdad. ¡Oh, Padre nuestro! 

Al que vive en el dolor, y al que sufre en soledad entreguemos nuestro amor, y consuelo fraternal. ¡Oh, Padre nuestro! 

INTRODUCCIÓN A LA LECTURA 

Estamos viviendo una Semana Santa distinta debido a esta pandemia. Hoy agradecemos a Dios el don de su Cuerpo y su Sangre, pero al no poder alimentarnos de él, nos alimentamos del Pan de la Palabra, que nutre y alimenta nuestras vidas. Recibamos su palabra con corazón abierto. 

LECTURA 

Del Evangelio según san Mateo. 
Mt 26, 26-30 


Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman, esto es mi Cuerpo.» Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: «Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados. Les aseguro que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre.» Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. 
Palabra de Dios. 

PLEGARIA 

En este momento de oración elevemos nuestras súplicas a Dios Padre de Jesucristo y Padre nuestro. Respondamos: 
R. A ti gloria y alabanza por los siglos. 
  • Creemos, Señor, lo que tú no has dicho: «Yo soy el pan de vida». R. 
  • Creemos, Señor, que tú eres el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. R.
  • Creemos, Señor, que eres el pan vivo bajado del cielo. R.
  • Creemos, Señor, que el que coma de este pan, vivirá para siempre. R. 
  • Creemos, Señor, que el pan que tú nos das, es tu carne para la vida del mundo. R.

 Se pueden añadir otras intenciones espontáneas. 

ORACIÓN 

Señor Jesús, tú eres el salvador de los humildes y la felicidad de quienes en ti confían, el alimento de los hambrientos y la vida de tus fieles: dígnate escuchar la alabanza agradecida de tu Iglesia, haz resplandecer en su rostro el gozo de tu presencia y haz que gustemos en este mundo tu bondad, de la que seremos saciados el día de la felicidad eterna. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. 

INTRODUCCIÓN A LA LECTURA 

En esta noche Jesús nos ayuda a entender que su muerte en la cruz es amor vivido hasta las últimas consecuencias. Este regalo, como nos lo demuestra en el lavatorio de los pies, nos purifica pero también nos une y nos invita a vivir con radicalidad el amor al prójimo y el servicio fraterno. 

LECTURA 

Del Evangelio según san Juan. 
13, 1-15 

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, Él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. 

Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que Él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura.

Cuando se acercó a Simón Pedro, éste le dijo: «¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?» Jesús le respondió: «No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás.» 

«No, le dijo Pedro, ¡Tú jamás me lavarás los pies a mí!» 

Jesús le respondió: «Si Yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte.» 

«Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!» 

Jesús le dijo: «El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos.» Él sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: «No todos ustedes están limpios.» 

Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: «¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si Yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que Yo hice con ustedes.» 

Palabra del Señor. 

GESTO DE AMOR FRATERNO 

Jesús lavó los pies a sus discípulos, un gesto de humildad, de entrega, de amor, de fraternidad. Queremos amar como Él, servir como Él, descubrirlo presente entre nosotros. Por eso podemos en este momentos hacer una oración por aquellos que están pasando necesidad o por aquellos de quienes nos hemos alejado. Esta noche puede ser bueno pensar un gesto de caridad para ayudar a los hermanos más necesitados. 

Esto será distinto de acuerdo a las realidades que cada uno vive. 

ORACIÓN FINAL 

Hemos recordado en esta noche el gran regalo de Jesús, la Eucaristía. También en esta noche nos ha dejado el don del ministerio sacerdotal. Recemos de manera especial por nuestros sacerdotes. Culminemos con la oración que el mismo Cristo nos ha enseñado: Padre nuestro... 
Terminan todos haciéndose la señal de la cruz: 

+  En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. 

Puede utilizarse un canto para finalizar el momento de oración